Torres de defensa y vigilancia
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Torres que vigilan tiempos pasados: asómate a ellos
De día y de noche. Entre los siglos XVI y XVIII, Ibiza estuvo obligada a mantener vigilado el horizonte marino, lista para dar la alarma en cuanto asomara una bandera enemiga. Las torres de defensa y de refugio que sobreviven en Santa Eulària des Riu nos hablan de piratas berberiscos, joyas escondidas, comercio de esclavos y señales de humo. ¿Nos acompañas a hacer la ronda?
El Mar Mediterráneo fue durante siglos un territorio peligroso donde camparon a sus anchas piratas y corsarios procedentes del norte de África, una amenaza no sólo para los buques comerciantes sino también para las poblaciones costeras, donde recalaban en busca de aprovisionamiento. Y en las rutas transitadas por los berberiscos estaba Ibiza, en la cual encontraban sal –un bien muy preciado-, pescado, carne, productos de la tierra y joyas –la valiosa emprendada de oro -, así como posibilidades de capturar a mujeres y niños para convertirlos en esclavos. Estos peligros no sólo conformaron el carácter defensivo de la iglesia tradicional de Ibiza, como se puede ver en el Puig de Missa, en Santa Eulària des Riu, sino que también levantó torres de defensa por la costa y torres de refugio en el interior.
Las torres de defensa de Ibiza: con la vista puesta en el mar
De las siete torres de vigilancia y defensa que se conservan en la costa ibicenca, sólo una se encuentra en Santa Eulalia: la torre d’en Valls, también llamada de Campanitx. Situada frente al islote de Tagomago, a un corto paseo de la orilla de Pou des Lleó, se levantó en 1763, aunque su apariencia actual se debe a una reconstrucción realizada en 1982. No dudes en acercarte hasta ella, pues disfrutarás de una bonita panorámica, podrás imaginarte al vigía mandando señales de humo y te permitirá conocer cómo eran estas construcciones, cuya entrada se practicaba en la planta segunda para dificultar su asalto.
Las torres prediales de Santa Eulària: en busca de refugio
En los siglos que duraron las temidas rafias berberiscas, era tan importante dar alarma sobre el inminente ataque como encontrar refugio para la vida y los bienes. Las iglesias fortificadas proporcionaron refugio a los campesinos, los cuales vivían dispersos por el campo ibicenco, pero las fincas con más recursos construyeron sus propias torres defensivas.
Actualmente, Santa Eulària conserva nueve edificaciones de este tipo, muchas de las cuales han acabado integradas en la propia vivienda. De entre todas ellas, las que pueden ser admiradas en una visita o durante una ruta de senderismo o cicloturismo son las siguientes:
Las torres prediales de la Gran Ruta
Si te animas a recorrer a pie o en bicicleta la R14 Gran Ruta, en un tramo de poco más de dos kilómetros podrás ver el exterior de la torre de Can Jaumet, la torre de Can Rieró y la torre de Can Montserrat. Ésta última destaca por estar construida a base de hiladas horizontales de losas colocadas verticalmente, lo que le da similitud al estilo espiga de pez.
Torre de Ca n’Espatleta
Declarada Bien de Interés Cultural, esta torre de estructura troncocónica se encuentra en la parroquia de Jesús, a pocos minutos en coche de la ciudad de Ibiza. Su historia se remonta al menos al año 1533, fecha en la que ya aparece documentada. En total, la torre refugio consta de dos plantas comunicadas por una escalera de caracol, a las que se suma el techo, desde el que se hacían las labores de vigilancia. La torre ha sido restaurada y está abierta al público.
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